lunes, 6 de mayo de 2013

La función de las penas privativas de la libertad: Utopía o Realidad?

Al tocar el tema de las penas privativas de libertad, es necesario hablar de dos posibles discursos principales en cuanto a la función de las mismas; los cuales no necesariamente son excluyentes entre sí. Como primer discurso en relación a la función de las penas privativas de libertad nos encontramos que la cárcel sirve para mantener fuera del colectivo social a determinados sujetos que en virtud de la "comisión" de un ilícito se presentan como un peligro para la sociedad misma a la que se busca proteger.

El siguiente discurso sobre la función de la prisión, que es el que para los efectos de este artículo más me interesa, trata sobre la cárcel como mecanismo de "resocialización" del individuo. Resulta muy común escuchar que la prisión más que como castigo en sí mismo busca el cambio en el individuo; cambio que incluye de ser un delincuente habitual un radical giro en su modus vivendi, y en caso de tratarse de un delincuente primerizo de que este mismo a través de su experiencia vivida en la prisión pueda entender que su actuar estuvo mal, y a la vez genere la convicción de no volver a cometer el ilícito. 

Resulta a mi criterio utópico pretender que un individuo con condiciones sociales y psicológicas propias que han influido en su actuar delictivo, con el solo hecho de estar "tras las rejas" vaya a ser cambiado en cuanto a su forma de pensar, de actuar y de ver la vida. Aún y cuando supongamos que las medidas privativas de libertad prodigiosamente lograrán un cambio en el individuo, nos topamos con que las condiciones a las cuales se va a enfrentar el sujeto a posteriori de su puesta en libertad, no son para nada las idóneas para su reinserción a la vida en sociedad.

Como ejemplo de estas condiciones negativas con las que debe lidiar el individuo al salir de prisión está el claro estigma social que tiene para conseguir un trabajo, situación que por los tiempos que vivimos es ya persé una situación complicada aún para cualquier civil. Resulta claro que no todos los individuos que caen en prisión van a salir en mala situación económica, pero es un porcentaje muy grande el que debe ver cómo sale adelante, en muchos casos con su familia.

Así vemos como para el "nuevo sujeto" ya resocializado, se va complicando el panorama; y las esperanzas de una nueva vida se van truncando con cada entrevista laboral en la que su condición de ex-delincuente le cobra factura. Finalmente, en muchos de los casos el sujeto no va viendo más opción que la de volver a su antigua forma de vida, y el ciclo comienza de nuevo.

Es evidente que el factor social o económico no es el único que rodea estas situaciones, también está el psicológico. Para estos casos se requiere más que una privación de su libertad, se requiere atención psicológica, y aún y cuando se cuente con esta desde el punto de vista criminológico no se garantiza en sí que exista un cambio positivo en el sujeto. 

Otro aspecto a tocar es el relacionado a las condiciones de infraestructura de las prisiones latinoamericanas, en la mayoría de los casos no cumplen con las condiciones óptimas para proteger la salud de los individuos que ahí se encuentran. Gran mayoría de las cárceles se encuentran sobresaturadas, y el espacio no alcanza para tantos sujetos. Entra en juego aquí el aspecto organizacional de las cárceles, y también el de persecución de ciertos delitos, que no voy a analizar en estas líneas para no desviarme del tema principal.

A modo de conclusiones dadas las múltiples situaciones planteadas anteriormente, resulta claro que no es la delincuencia solo un capricho de los individuos de ir en contra del ordenamiento jurídico; sino que es una mezcla de situaciones y condiciones particulares de cada sujeto. Razón por la cual no podemos pretender que con el solo hecho de mantener fuera del ámbito social al individuo vamos a lograr en él un cambio interno, y aún y cuando fuera así, las condiciones que le han marcado como delincuente; al ser reintroducido a la vida en sociedad se le presentan como sumamente complicadas para mantenerse en su "nueva vida". 

Por todo lo dicho anteriormente las medidas privativas de libertad no se presentan como la panacea a los problemas de comportamiento delictivo de los individuos. Y se requiere plantear nuevas soluciones más realistas y concretas a los problemas que aquejan a nuestra sociedad desde el punto de vista criminal.

Michael Segura
Estudiante de la Facultad de Derecho
Universidad de Costa Rica

Artículo publicado en el diario digital El País.cr el lunes 6 de mayo de 2013.
http://www.elpais.cr/frontend/noticia_detalle/3/80915

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