miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Aborto o violación de menores?

Es evidente que dentro de cualquier sociedad se jerarquizan los valores, puesto que según la realidad histórico-cultural de un país o una persona, se le agrega mayor trascendencia a unos, para el cumplimiento de otros.

Esto se debe a la necesidad de unos, para cumplir con los demás. Claro ejemplo de esto se hace notar con el valor “vida”, porque su ausencia imposibilita el cumplimiento de los valores y principalmente de la libertad. Es aquí donde se establece que detrás de los valores, se apela un gran ámbito de emotividad.

Hace algunas semanas las declaraciones del arzobispo Fabio Martínez, dieron la vuelta al mundo, al expresar que “cualitativamente, es mucho más grave el aborto, que la violación de niños por parte de sacerdotes”, aduciendo que el aborto es un asesinato, mientras que los niños víctimas de abuso sexual se recuperan y pueden seguir con su vida.

La opinión del arzobispo Fabio Martínez se contrapone en todo sentido a la lógica humana. ¿Qué parámetros utilizaría para afirmar tal aberración cómo saber que un menor rasgado de su inocencia en una violación? ¿Con el transcurrir del tiempo, podrá recuperar su desarrollo mental, personal y sexual? ¿Es acaso que el tiempo borra esas heridas sin dejar rastros inminentes? ¿Quién carga con los traumas y problemas psicológicos desencadenados por una barbarie semejante?

Una transgresión a la integridad y dignidad de la persona no se puede tomar tan a la ligera, alegando tal y como lo hizo el religioso, al decir que de todos modos los sacerdotes acusados por violaciones sólo representaban el 4% de los curas a nivel mundial. El meollo del asunto no es cuestión de la cantidad de abusos, aunque sólo en Estados Unidos se han acusado a 4300 sacerdotes por esta razón, sino es el hecho del acto inmisericorde.

Que quede claro que no le resto importancia al acto del aborto per se, exceptuando cualquier tipo de condiciones que pueden hacer pensar que es una opción viable, sino que lo que pretendo dar a entender es que ambas acciones afectan de sobremanera al ser humano, ya sea durante su gestación o en el pleno desarrollo de su vida.

Es más que evidenciable, que el propósito del arzobispo Martínez, era minimizar el gran problema que presenta la Iglesia Católica actualmente, con la salida a la luz pública del abuso de menores por parte de algunos sacerdotes y jerarquizar el valor vida intrauterina como un aspecto más importante que la vida extrauterina misma, de los niños y jóvenes en pleno desarrollo.

La posición que debe adoptar la Iglesia Católica en este campo, es de responsabilizar y responsabilizarse en los problemas crecientes que le atañen y no caer en la incapacidad de hacer comparaciones tan ilógicas, faltas de sentido ético y humanitario.


Mónica Rodríguez Quiróz
Estudiante de la Facultad de Derecho
Universidad de Costa Rica


Artículo publicado en el diario digital elPaís.cr el 28 de agosto de 2013.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario