miércoles, 19 de junio de 2013

Tormentoso Cuatrienio

A poco menos de un año de dar por finalizado el período presidencial a la cabeza de la Presidenta Laura Chinchilla Miranda parece no quedar en la memoria colectiva algún aspecto positivo de su labor, todo lo contrario, las continuas y desafortunadas decisiones apuntan a que este gobierno no pasará desapercibido. 

Lastimosamente no pasará desapercibido por sus aciertos, todo lo contrario, uno tras otro han sido los hierros que se le señalan a la gestión de la Presidenta, esto le ha merecido recibir una de las más bajas calificaciones en la popularidad que ha recibido un Presidente en los últimos años; y a ubicarla en la peor calificada de América, esto según encuestas publicadas recientemente.

En entrevista brindada para un medio de comunicación televisivo, se le consultó a la Presidenta sobre que pensaba de esa mala valoración hacia ella, a lo que respondió de forma evasiva indicando que lo importante no era la calificación que se le diera a ella, sino que lo verdaderamente trascendental es que las metas de su plan de gobierno se estaban cumpliendo y que Costa Rica avanza.

Sin embargo semanas antes se anunciaba que se invertirían millonarias sumas de dinero en publicidad para mejorar su imagen y tratar de comunicar a la población los logros de su gestión; en otras palabras la misma Presidenta se contradice al indicar que no le importa la mala calificación de su gestión pero por otra parte se decide utilizar astronómicas cifras para mejorarle su decaída imagen e intentar que su planteamiento discursivo tenga eco en la población.

Este discurso no ha calado en la población, pues es difícil asociar la Costa Rica que la Presidenta describe en sus continuos y elocuentes discursos, de la Costa Rica que vivimos a diario, una Costa Rica con un continuo deterioro en los servicios públicos, aumento de la brecha social, altas tasas de desempleo en la población joven, corrupción, y en general, un clima de incertidumbre y desconfianza sobre el actuar del Estado.

Pese a lo anterior hay dos aspectos importantes que se le señalan como logros de su gestión, en primer lugar la seguridad, pues se disminuyeron los índices de criminalidad, y en segundo lugar la estabilidad económica del país pese a la crisis internacional de la cual no hay todavía recuperación.

Sin embargo estas conquistas, bastante trascendentales, son opacadas por torpezas políticas que han generado la mayor cantidad de protestas y manifestaciones sociales de los últimos años. Gran parte del descontento ha sido canalizado a través de este mecanismo pues las respuestas institucionales no han sido efectivas, ni a tiempo.

Son los últimos acontecimientos, en donde la Presidenta se ve involucrada en un escandaloso viaje utilizando el avión de un empresario con supuestos ligámenes con el crimen organizado, los que parecen sepultar de manera definitiva cualquier esperanza del gobierno por revertir la percepción negativa hacia su gestión.

En fin, este tormentoso cuatrienio nos permiten destacar dos conclusiones, una es la importancia de la figura presidencial dentro de nuestro sistema institucional y la repercusión que una buena o mala imagen sobre la misma puede tener en la calificación global de la gestión del gobierno, y en segundo lugar es que difícilmente podrá revertirse en menos de 1 año, 3 años de frecuentes tropiezos. 

David Vélez Matamoros
Estudiante de la Facultad de Derecho
Universidad de Costa Rica

Artículo publicado en el diario digital elPais.cr el 19 de junio de 2013.

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